sábado, 20 de febrero de 2016

CANTO FEMENINO: ACERCAMIENTO A LA POESÍA

Con esta tarjeta postal saludamos el nivel y jerarquía poética del doctor Boris Espezúa Salmón en la extensión de su libro "Máscaras en el aire, Candelaria: Fe y fuego"

No es la idea exacta, naturalmente, Fueron los contrastes de la Naturaleza envolvente los que hicieron surgir, en el espíritu humano de los ancestros puneños, la idea palpitante de una realidad que cambia. Contrastes repintados de negrura intensa en la distancia o coloridos y trashumantes en los horizontes.

De aquel universo incomprensible y su sonrisa selenita surgió el canto de altura en la voz y en las insinuaciones de chispazos de acercamiento, llegando de la vertiente femenina. Canto colectivo exaltando la emoción de la danza y también el rumor de nostalgia sin límites que lo contengan: sí.

Tampoco ausente en el entorno melódico de sus improvisaciones, atenuando la fatiga de jornadas escalonadas en cuanto a aclimatación de alimentos a futuro, se refiere.

Así, con la perspectiva de cantar para enamorar, la aventura del q'ajelo ensimismado no la veo fácil. Cómo enamora a su amada escondida. Qué nostalgia relata al oído. Con cuál de los niveles fonológicos de su idioma ancestral acaricia larga espera.

El Satiri huancaneño consagrado en oración a la Pachamama. Imillani y su ritmo nupcial propiciatorio del inicio de una vida en común y el canto lastimero de Cojata en busca de consuelo en el aroma de las flores. Sí, todos ellos gozaron de la compañía inquieta, frágil y de ensoñación proveniente del canto aquel donde todo es similar a todo -la sencillez de la Kariwa junto al verdor del Kikuyo en expansión, para alegría de las aves, el viento y el resplandor-.

Hasta que llegaron a nuestras playas el obscurantismo, el dogma religioso y con ellos el intento de erradicar nuestras manifestaciones culturales. Silenciaron sí, la voz y el arrullo del entorno femenino para revertirlo en melodía de silencio.

Después, el tiempo maduró y en respuesta a las sugerencias del despertar del alba, el eje  simbólico de la inspiración colectiva incorporó: banderas blancas al viento en el Carnaval de Arapa; hechura textil en el Pujllay de Santiago; despiste y humorismo en el Wichi wichi polifacético.

Desde entonces, un círculo coreográfico delimita el despliegue de la danza: movimientos tratando de escenificar el acontecer de los astros en el horizonte azul del universo. "Lo que es arriba es abajo"

Solo faltó que el Carnaval de la Wifala san Antonio de Putina sosegara el calor de medio día para asistir al resurgimiento del canto comunitario dormido en el subconsciente colectivo. Aquel aplauso de pie subrayó la respuesta esperada: el despertar del canto amigo, así de inmediato y de sorpresa, tocando las fibras más sensibles de cada quien.

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