domingo, 18 de noviembre de 2012

LOS ARRIEROS

Y cuenta la historia que fue la experiencia de un arriero de la región de Mendoza quien dirigió el paso de Los Andes al ejército libertador de San Martín.

Tradición caminera de nuestros pueblos; comercio itinerante iniciado en Cuyo, en Jujuy, en Salta. Transcurrir de horizontes, pampas y escarpados. Retornan hasta nosotros en poesía y en música de sentir popular. Don Ata -cariñoso tratamiento saludando la presencia de Atahualpa Yupanqui- tuvo que recorrer mucho "camino de a pie" para recibir lecciones de guitarra. Don Ata le dedicó versos tempraneros colmaditos de añoranzas: "Es bandera de nieblas su poncho al viento/ lo saludan las flautas del pajonal/ y guapeando en la senda por esos cerros/ el arriero va, el arriero va." (1)

"Madrugón tras madrugón" buscador de latitudes extendidas; sonrisa abierta al viento saboreando el aroma del valle cercano, se le oía cantar: "Desde mi montaña nieve, viento y sol, he bajado  al valle solo por tu amor. He bajado al valle con una canción, cuita de mis penas nieve, viento y sol."

Que aquella fue forma de vivir en sobresaltos, tal vez. Quizá el repuntar los caminos para intercambiar cultura, nos gusta. Retornando, un canto acunado lejos interrumpía la tarde: "Cuando de Cuyo yo vuelvo cruzando la cordillera, ríe el corazón contento, una chilena me espera.. Viva la chicha y el vino, viva la cueca y la zamba, dos puntas tiene el camino y en las dos alguien me aguarda."

(Notas, 1: fragmentos, derechos de autor)

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