martes, 16 de abril de 2013

Cruz de mayo en el Altiplano


 

               

                              

                                                                             

 

Los adoratorios mágico religiosos de las culturas peruanas ancestrales, ubicados preferentemente en la cima de los cerros, fueron destruidos.  Sobre los restos de los más importantes testimonios se construyeron iglesias.  La solemnidad, el colorido de las festividades originales, disfrazadas por otras en homenaje a personajes exaltados por la religión impuesta. La persecución del invasor sancionaba ideas, pensamientos, costumbres, testimonios de contenido idolátrico, algunas de cuyas manifestaciones señalaban, por ejemplo, la devoción a los cerros tutelares y también a las principales luminarias geográficas: el Sol, la Luna, las Estrellas. Un paralelismo que nos llega de fuente inagotable subsiste después del tiempo transcurrido, despejando con su evidencia, dogmatismos religiosos.

 

Ya sea para recoger plantas; o para invocar alivio a las necesidades materiales; o con motivo del pago a la tierra, el poblador altiplánico del campo y de la ciudad asciende hacia la cumbre de los cerros tutelares que rodean la ciudad coincidiendo con la tradición.  El jueves santo, por ejemplo, se acostumbra ascender hacia la cumbre en hileras multicolores que al amanecer retornan portando plantas, flores, raíces con virtudes medicinales. En mayo, el efluvio cósmico de la montaña incentiva y sirve de contenido al pensamiento creador de los peregrinos. La tradición recomienda “construir” la casa propia, o el cercado para el ganado familiar, operaciones que se cumplen a la luz de una velita encendida.

 

Horas después, la convocatoria invitará a las tradicionales Alacitas, fiesta de imaginación, de compra-venta de símbolos en un ambiente formal salpicado de color y miniatura.  Se comprará lo que se necesita para mejorar la situación económica: casa de uno o dos pisos; camión GMC, un Ekeko cubierto de billetes. En época pasada, el elemento de pago por el precio de tales operaciones fueron botones o piedrecitas de canto rodado.

 

(1)Fragmento de un artículo publicado en Boletín Club Departamental Puno.

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