jueves, 16 de julio de 2015

ACOMPAÑANTES DEL SIKURI MAÑAZO

Aparentemente indiferentes a cualquier organización, el conjunto de Sikuris del barrio Mañazo desarrollaba estrategias culturales de brazo con su danza y su música. Quiénes lo acompañaban en aquel vistoso recorrido a devoción de la Mamita Candelaria?  El entorno barrial, los Guías del elenco, directivos institucionales y autoridades del sistema.

Presencia solidaria de compañeras y esposas, vistiendo trajes de gala y ocultando calor de hogar en sus llicllas a la espalda, las Mamitas del Mañazo brindaban a sus familiares y amigos, compañía infaltable en los concurridos linderos de la ciudad. Rodeadas del silencio y la tranquilidad de sus hogares, pensando en los niños jugando en casa, la Fiesta para ellas adquiría distinto matiz de participación.

En otro ángulo, para los sikuris del Mañazo, tradicionales rivales de los otros conjuntos musicales, el curso de la festividad constituía marco aparente para iniciar o responder una batalla campal citadina. Aprovechando cualquier proximidad -muchas veces en pleno recorrido de la procesión- intercambiaban acciones y reacciones. Después, heridos y contusos de los grupos en pugna saludaban la promesa de enmienda expresada en los fueros policiales.

Pero cuando la oportunidad invitaba la participación de jilak'atas de Chucuito, Ichu, Acora los intercambios se vestían de singularidad. Zurriagos largos en la diestra aymara, los jach'a tatas arremetían golpes esparciendo la pedrería de cristal de las chaquetas mañaceñas. Aplauso y complacencia de los palomillas; recogían del suelo cantidad de bolitas para jugar "tirallos y bolas virucas".

!Cacharpari del Mañazo! En aquellos años, el jueves por la tarde de la semana final de la fiesta. Desde la plaza santa Rosa mirando al cielo se podía observar un despliegue musical multicolor, rumbo a su ceremonia de despedida. Imitación reptante iniciada en calle Puno pretendiendo llegar a la plaza de armas y capturar la calle Lima.

Abrigadas con simbología en sus traje de lana y resaltando colores intensos de castilla en las polleras, la Autoridad Barrial y sus acompañantes encabezaban la presencia del sikuri Mañazo y su policromía. Sin duda la voz de aquel charango itinerante convertido en música de sikuri estimulaba los instantes finales de la jornada: música de despedida, melancólica y alegre al mismo tiempo. Después, lo insondable de la noche se encargaría de asumir y proteger serpentinas de conversación sin respuesta.

Lo evidente: una jornada cultural más en el calendario de aspiraciones de aquel emergente barrio puneño, estampa navideña bañada por el Sol de cada día.

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