sábado, 14 de mayo de 2011

EL ARCO DEUSTUA DE PUNO, PERU

¿Por qué lo denominan Arco Deustua si se construyó para honrar la memoria de los vencedores en las gestas libertarias de Junín y de Ayacucho?
Para darle forma y consistencia granítica las canteras de Vilque -población quechua- proporcionaron bloques de piedra de apariencia porosa, color indefinido con tendencia a gris oscuro; fuertes, resistentes a las tempestades naturales del altiplano y también a la erosión.

Productora de quínua real en gran escala; del sabroso kañiwaco y de la simpática p'itiqiña: Vilque ostentaba en aquella época prestigio y resonancia como punto de intersección comercial, tanto así que habitualmente confluían comerciantes itinerantes de los valles de Majes, Moquegua, Locumba; de las regiones del Tucumán, Salta y Córdova en el norte argentino. Los "arrieros" regresando a Puno sin mayor carga de retorno transportaron los bloques de piedra para construir pilares de variados tamaños. Sus anónimos artesanos, al parecer, fueron constructores y picapedreros de Chucuito, Ciudad de las Cajas Reales.

Erigido alrededor de 1870 en el límite norte del antiguo trazo de la ciudad lacustre de Puno, el arco aparece en la simpatía de su población, acompañado de la denominada glorieta o mirador. Tiempos románticos aquellos. Lo cierto es que para solaz de las familias sitadinas, la glorieta permitía -como hasta hoy- observar la fisonomía de la ciudad en detalle, al compás del rumor emergente de sus actividades: madres reclamando a viva voz; gritos alrededor de juegos infantiles; choques metálicos del pequeño tren de patio transitando de la estación al muelle; camiones cargados subiendo la cuesta. Por aquella zona empinada continuaba el viaje sin retorno de casi todo el ganado vacuno procedente de las pampas de Acora y de Ilave, con destino a los centros de engorde de Majes o Camaná, para luego ser "beneficiado" en los mataderos del Callao.

En la actualidad el monumento exhibe 130 años de vida material (1) y también vida afectiva. Recordemos cómo imperceptiblemente los sikuris de la tradicional y añeja Juventud Obrera se convirtieron en usuarios temporales del arco, para ensayar música en homenaje a la virgen de la candela en febrero y de san Juan de Dios - protector de enfermos, contusos y desahuciados, en marzo. Clarísimo el golpe del bombo acelerado convocando al ensayo bullicioso y pertinaz.

El arco -tantas veces mencionado- hoy, patrimonio indiscutible del Barrio Independencia, ya no reune como antes a las familias puneñas en la expansión del paseo programado para el jueves de carnaval. Aquella fue época recordada en la que sandías, uvas frescas, melones, abridores a granel y chicha de maní para las niñas y los niños concurrentes, adornaban el brindis y el abrazo de su Pueblo. Otros tiempos, otra dimensión de conducta carnavalera: despreocupada, comunitaria, felíz.

(1) Artículo publicado inicialmente en noviembre 2001.

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