miércoles, 6 de mayo de 2015

PENSANDO EN LA CUARTA EDAD

Sentado en la sala de espera de un hospital observarás que los pacientes acuden solos o acompañados, caminando o cómodamente sentados en silla de ruedas.  La presencia de una dama dirige los pasos vacilantes del esposo o del pariente. Casi siempre es una Mujer la que sistematiza el desplazamiento de la silla de ruedas. A ellas se las ve decididas, preocupadas y dispuestas a vencer las exigencias de un trámite administrativo ocasionalmente incómodo.

Absorto en la aparente soledad de un consultorio hospitalario tendrás también oportunidad de conversar y comunicarte con las personas que te acompañan. Dos alternativas de conversación, de animosidad, de alegría y de humorismo. Y lo más importante, dos personas desconocidas en el tratamiento social convertidas hoy en amigas eventuales.

Derrepente te informas que uno de tus eventuales amigos sufre una enfermedad terminal y en su actual condición sólo es posible llegar a la consulta en compañía y del brazo de su esposa. Es invidente, relativamente joven y en el calor de la conversación descubres que tu amigo estudió secundaria en la Gran Unidad Escolar de Puno y formó parte del equipo titular de futbol.

Si te animas de averiguar el lugar de procedencia de quienes te acompañan, el panorama informativo te trasladará a lugares insospechados. Pacientes hay de todas las regiones, de todos los niveles sociales y también de todos los idiomas.

En mi aventura personal deslizo por ahí unas cuantas palabras en idioma Quechua. Impresionante cuando la respuesta amiga resulta coincidente: -Mamitay, imayna. Maymanta kanki? Ñoq'a Ayacuchumantam kani. -Ah..wallpa suachu kanki? -Ari taytay, wallpa suam kani, q'anri? -Ñoqam puneñom kani, jatun Titicaca q'ochamantam kani..-

La bohemia del Perú andino ha compuesto unos versos evocadores que -reducidos- nos dicen: "En el jardín de amores hay muchos convalecientes, unos a otros se preguntan cómo estás, cómo te sientes.."

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